
La de ayer fue una noche feliz para los aficionados merengues, que acudieron a Concha Espina con la tranquilidad que da recibir al Atlético. Como diría Toshack, es más probable ver un cerdo volando en el Bernabéu a que los rojiblancos saquen los tres puntos del feudo blanco. Es una cuestión casi mística, divina, situada por encima de la lógica. Parecido a lo de cambiar la hora, que ocurre dos veces al año y aunque a la mayoría empiece a no gustarle, es inevitable. Temporada tras temporada, parece imposible ver al Atlético salir vivo de Chamartín. El peor rival del Atlético es el Madrid, y el mejor amigo del Madrid es el Atlético. Es la pura verdad.
Por todo esto, lo mejor que le pudo pasar anoche al Real Madrid fue enfrentarse a los de Quique Sánchez Flores, que maquillaron cualquier error madridista con su derrota. No digo que la victoria local fuera injusta, ni mucho menos, pero si Pellegrini quiere aspirar a algo más que ganar a sus vecinos colchoneros, ya puede ponerse las pilas. La primera parte madridista fue la enésima prueba de que el Madrid tiene poco fútbol en sus botas. ¿Alguien vio a Van der Vaart intervenir en el juego? ¿y Granero, cuántos balones tocó? Demasiados centrocampistas y muy poca fluidez de ideas en la medular. Con un Atlético encerrado en la primera mitad, los blancos eran incapaces de crear ocasiones de gol. Y lo poco que llegaba era por el centro, donde se acumulaban todos los futbolistas de ambos equipos, salvo Marcelo y Arbeloa, abiertos tímidamente a las bandas y buscando encontrar rematador en sus centros bastante previsibles.
Tuvo que ser Xabi Alonso quien desatascara al equipo, con un recital de pases de más de 30 metros. ¿Eso es lo que se busca en el club blanco? ¿Se han invertido 260 millones de euros en fichajes para acabar ganando así los encuentros? No creo que ningún madridista deba sentirse orgulloso de lo visto ayer en el Bernabéu. El balón parado y los pases kilométricos de Xabi Alonso, eso fue el Madrid ayer. Sumando, claro está, la siempre desafortunada defensa rojiblanca.
Mientras siga la insultante racha victoriosa de los vikingos las críticas serán una suave música de fondo en el Bernabéu, pero lo cierto es que a este equipo le queda mucho por trabajar y más aún por mejorar. Este año, con la pegada le basta en una Liga BBVA que, a mí forma de entender el fútbol, está muy por debajo del nivel esperado. De los merengues, en Europa, hace demasiado que no se sabe nada. Por algo será.